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En esta lejana tarde de invierno por la sierra madrileña,
mediados de Febrero para más señas, fría tarde que todavía estoy viviendo,
reconozco con nitidez valiosas experiencias que, mi buen amigo, quiero compartir contigo. Por eso, mientras apuro los sorbitos de un buen café recién
hecho en cafetera antigua, la clásica italiana, he necesitado coger pluma y tintero
para escribirte, antes de que estas líneas pasen con discreción, y las olvide, tal
vez abrasadas en la chimenea que todavía no he encendido ...