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Nuestras mamás solían salir a dar el paseo por la tarde,
conforme bajaba el intenso calor de enero, pleno verano en Lima, a la Tía Elena
y a Mamá Toyita les gustaba ir paseando hasta el malecón, desde donde se veía
el mar, otros días elegían ir hasta el Parque de Barranco, o a la Lagunita, en
Armendáriz...
Eso sí, ambas recorrían el camino con paso tranquilo y
descanso cada dos por tres, porque nosotros íbamos con ellas, jeje, sí,
estábamos a pocas semanas de nacer.
Por aquellos años vivíamos enfrente las dos familias,
justito ahí, a la espalda del colegio, detrás de donde estamos en esta foto de
aquel entrañable día de la Primera Comunión.
Traer al presente anécdotas compartidas es como para llenar
líneas, páginas enteras de gratos momentos, primero en Barranco, luego en Vista
Alegre y en Chama, anécdotas de juventud, qué sé yo...
Ya las iremos recordando en estas líneas más adelante,
prometido.
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Estaba hace un rato hoy domingo, aquí en la Sierra de
Madrid, después de un rico lomito saltado, charlando con nuestro primogénito
don Carlos Ignacio, mostrándole fotos de la infancia, y encontramos esta
instantánea, me pareció que traería buenos recuerdos de aquellos años barranquinos,
de familia, del colegio, de juventud, de tantos buenos amigos con quienes hasta
hoy seguimos cercanos.
Confío a más de uno le pueda
traer buenos recuerdos propios, me alegrará saber que es así.
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Gracias hoy y siempre a nuestras Mamás, la tuya, la mía, las
de todos, por su cariño, sus desvelos, su afecto, su entrega, por haberse
desvivido por nosotros, velando por sus hijos para llegar a ser lo que hoy
somos.
Y a ti don Ricardo, gracias por seguir siempre unidos con
aquel buen y querido amigo, con ese primo de cariño, como era tradición en
nuestra Lima de siempre,
Abrazote inmenso Primo, ahora sí ya sin dudarlo eres mayor
que yo, jeje, sabes que hace tiempo decidí no cumplir más años.
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