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Se acerca el final del día, después de un intenso ir y venir
desde primera hora, teléfono, emails, preparar documentos, reunión con los
clientes italianos, cita en el Ministerio, de allí al Notario... Un día completo la verdad, positivo pero agotador.
Recibo un mensaje en el móvil, ¿Qué tal un vinito y charla, sobre las siete y media?. Es nuestro buen amigo Javier, claro que sí
le contesto, buen motivo para cerrar el día. La verdad tiempo que no quedábamos.
Me dirijo dando un corto paseo a nuestro punto de encuentro,
queda cerca de la oficina, echan fútbol, juega el Real Madrid, pero eso es lo
de menos, lo mejor es poder compartir un tranquilo momento de charla con
alguien que aprecias y confías. De un tiempo a esta parte parece que cada vez
esto es más difícil de tener, cierto?.
Al llegar Javier ya está ubicado, con un vinito y algo de
picar, Luego de los abrazos de rigor Elsa, la camarera, con su impecable
uniforme negro, con chaleco y camisa blanca me acerca una copa de buen vino, “es
de Ribera del Duero don Carlos, igual que el de su amigo Javier”, me dice con
una sonrisa.
Charla va, risas vienen, cuando de pronto alguien que se acerca
nos saluda. “Hay que ver, nos dice, aquí vengo casi siempre y mira qué ilustre
par de amigos me encuentro hoy”. Es nada menos que Jesús, amigo al que aprecio
y hace tiempo no coincidíamos. “Acabo de llegar en el tren desde Valladolid, y
me venía a tomar algo y ver el fútbol, esto sí que es una grata sorpresa”.
Teniendo nuestros hijos escasos seis o siete añitos los tres
ya formábamos parte del equipo de padres del Colegio San Agustín, nos dejábamos
la piel en los clásicos partidos de fútbol contra los profesores, en las
Fiestas del Colegio, precisamente por estos días de Mayo. El esperado premio
eran esas cervecitas frías después del partido, acompañadas de raciones de chorizo
a la brasa, panceta y picoteo variado, con comentarios y risas, acercándose el
final de las Fiestas, cuando todos en Familia, a la luz de las velas, cantamos
emocionados la Salve Rociera.
La vida ha permitido que, a pesar de los años transcurridos
(diez y más), el aprecio y el afecto mutuo se mantienen intactos. Cada uno
hemos seguido nuestro camino, pero siempre en una línea cercana en Valores y
principios.
Y aquí viene el motivo de estas sencillas líneas.
Como sin quererlo surge el tema, comentamos que, llegados a esta parte del
camino, quienes nos hemos dedicado en cuerpo y alma a la Familia, a los hijos,
al trabajo, tal vez debemos ser ahora un poquito egoístas, reservarnos algún
que otro momento a uno mismo, a lo que nos gusta, a compartir con quienes apreciamos,
a hacer lo que queremos … Nos lo hemos Ganado a pulso, cierto?, sin sentirnos
por eso culpables ni incómodos. Yo el primero, debo romper con ese pensamiento,
siendo sincero me lo merezco, me considero una buena persona, ni
mejor ni peor que nadie, con mis virtudes y mis defectos.
Reconozco que mucho tiempo por circunstancias ha sido así, motivado incluso por vivir fuera de la ciudad.
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Me he propuesto ponerlo en práctica, darme ese tiempo personal,
para mí, ése que todos debemos tener, jeje, ya sé, sin pasarme
de un extremo al otro, y ante todo, sin descuidar lo más importante y valioso
que tengo, nuestros dos queridos Hijos, por quienes debo velar , apoyar y aconsejar, estar a su
lado, día a día, hasta que estén preparados para la Vida.
Pienso que no he descubierto nada nuevo ni especial, seguramente
tú que me lees ya lo tenías asumido, pero siento que aquel Carlos persona, aquel
que era yo antes de formar una Familia, es algo que tenía descuidado hace
tiempo, pero nunca es tarde, y mira por donde, vengo a reparar en ello en una
tranquila charla, entre amigos, acompañados de un buen vinito de Ribera del
Duero.
Espero saber tu parecer, recibe un afectuoso abrazo.
CARLOS LOZANO.
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