miércoles, 1 de julio de 2015

Camino Inca, Cusco, experiencia al Amanecer 2: iniciamos la Aventura

.

 

 
El reloj de la mesilla marca las cuatro de la mañana cuando me llaman a desayunar. Salto de la cama, desde la ventana de la habitación no se ve un alma por la calle. Una vez listo bajo con todo el equipo, unos pocos desayunamos a esa temprana hora en el acogedor salón del hotel.
 
Caminamos a paso ligero por las desiertas y silenciosas aceras cusqueñas. Debemos estar en la Estación de tren a las cinco. Recién va a amanecer, jeje, casi ni han puesto aún las calles.
Allí llegamos Manuel, Rogelio y yo, para encontrarnos con quienes serán a partir de ahora, nuestros ilustres compañeros de expedición.







Hechas las presentaciones de rigor por parte de Manuel conversamos con todos, en inglés, aunque alguno hace sus pininos en español. Son de lo más diverso, alemanes e italianos, unos jóvenes, otros mayores, mujeres y hombres, de distintas actividades, estudian, trabajan, una de las italianas es arqueóloga de afición, uno de los alemanes es médico, y todos comparten algo muy especial … Han venido desde la Vieja Europa porque les apasiona Cusco, una de sus mayores ilusiones es llegar a contemplar y vivir Machu Picchu.
Cogeremos el tren que sale de Cuzco dirección a Quillabamba, nos apearemos en el Km. 88, donde inicia el Camino Inca. El tren luego seguirá su ruta, en la que está Aguas Calientes, el pequeño pueblecito situado al pie de Machu Picchu.
Suena el silbato del encargado, todos arriba, Partimossss …
El traqueteo del tren es inconfundible, de siempre me ha dado la sensación de Viajar en el Tiempo, que nos va a transportar a algo distinto, especial, tal vez por ello me gusta mucho recordar anécdotas cercanas al Tren.
El viaje transcurre entre amena charla y la admiración por los paisajes, nos estamos adentrando en plena Ceja de Montaña, con abundante vegetación, y el caudaloso río Vilcanota a nuestra vera.
 
 
El tren aminora su marcha, llegamos a la pequeña y antigua estación donde inicia el Camino Inca, allí ya nos espera inquieto Serafín, el jefe de los Porteadores, junto con al menos doce de ellos. Prestos nos ayudan a descargar del tren todo el equipo, luego nosotros preparamos nuestras mochilas …
 
 
 
Con un cosquilleo extraño en el cuerpo, y la ilusión de un niño, iniciamos nuestra Experiencia, alejándonos de la Estación; los curtidos porteadores ya van unos pasos delante, con el equipo del campamento.
 
 
 
Bajo la dirección de Rogelio vamos ascendiendo en pequeños grupos por el ancho sendero entre las montañas.Nue stro Guía aprovecha para describirnos la ruta que seguiremos.

Más de uno vamos reteniendo como un tesoro instantáneas en nuestra "prehistórica" cámara de fotos, como éstas que conservo hasta hoy, y acompañan el relato.
 
 
 
Casi sin darnos cuenta perdemos de vista a los porteadores, que avanzan con paso ligero hacia nuestro objetivo de esta primera jornada. Allí instalarán el campamento base, donde llegaremos al final de la tarde.
Vamos recorriendo el Camino Inca con paso firme y constante, al ritmo marcado por nuestro experto Guía; unos tramos a pie, algún otro a caballo, si a alguien le fallan las fuerzas.
 
 
 
Cada dos horas paramos unos minutos a reponer fuerzas, sentados a la sombra, beber agua fresca sabe a Gloria, soltamos por unos minutos los apretados cordones de nuestras botas; mientras, con Rogelio aprovechamos para revisar los planos de la ruta que estamos siguiendo.
 
 
 
 
Hacia las dos de la tarde hacemos una parada más larga, esta vez de una hora, para almorzar algo ligero, y descansar en una amplia explanada, desde donde disfrutamos del impresionante paisaje andino, con sus cumbres nevadas, sintiendo el aire puro y ligero que se respira a más de 3.000 metros de altitud.
 
 
 
Luego de reponer fuerzas reanudamos la marcha, cada vez algo más pesada por el esfuerzo acumulado; en los rostros de la expedición se alternan alegría, sonrisas, gestos de cansancio, o de sorpresa al divisar en el cielo un águila majestuosa en pleno vuelo, ...
 
 
... Con naturalidad espontánea se dejan ver gestos de admiración ante las altas cumbres vestidas de verde salvaje que saludan orgullosas a nuestro paso, ante el cielo azul intenso ... o de cierto temor escondido al asomarse al vacío desde el estrecho y sinuoso paso en la montaña, …
 
 
 
Al final de la tarde va cayendo el Sol, empezando a esconderse tímidamente detrás de las montañas. De las mochilas van asomando "con cierta discreción" chaquetillas y jerseys, se va notando la bajada de temperatura.
Nuestros exhaustos espíritus se reconfortan cuando a lo lejos se dibuja la silueta de las tiendas de campaña del campamento y el humo de la hoguera, donde llegaremos en poco tiempo, sabiendo que nos espera la mejor recompensa al esfuerzo realizado  
 
 
 
Por cierto, si he conseguido que llegues en tu lectura hasta este punto, te hago una propuesta casi deshonesta ... Prepara tu equipo, y vente con nosotros, al Amanecer seguiremos, camino del increíble y mágico Machu Picchu ¡!!
 
CARLOS LOZANO.
.
 

1 comentario:

  1. Linda época, no había terrorismo. Mochiliar y tirar dedo era común. Un fuerte abrazo desde Perú estimado Carlos. Tu amigo de de siempre. Manuel Passaro Calonge

    ResponderEliminar