Los recuerdos que vamos atesorando cada un@ a lo largo de nuestra Vida permanecen dentro, cual si fuese un viejo baúl donde se acumulan de forma aparentemente desordenada los momentos, sensaciones, personas, sentimientos, instantes … Están ahí, dormidos como una manada de osos a la que la Naturaleza enseñó a protegerse del frío invierno, esperando el buen tiempo para volver a sentir el calor del sol.
Pero ni ese desorden aparente ni la poca luz del interior de nuestro viejo baúl son obstáculo suficiente para que, en un preciso momento “algo” los invita a despertar en nuestro interior, quizá el sonido del viento, una imagen, la frase dicha por alguien al cruzarse con nosotros, un aroma, o tal vez una canción son la chispa que reaviva el calor de esos recuerdos.