Dentro del Continente europeo Madrid es destino de vuelo preferente en las rutas asignadas al experto Comandante de una importante línea aérea. En Barajas pide Pista para aterrizar un inmenso avión Boeing 767 que acaba de cruzar el Atlántico. Quien pilota ese avión a su llegada al Aeropuerto es Michel, nuestro buen amigo con quien, jeje, hace ya un tiempo que prefiero no calcular, llegamos un buen día por primera vez al colegio con pantalón corto de la mano de nuestras madres, compartiendo allí partidos de fútbol y recreos con seis años recién cumplidos ...
Es el mismo Michel con quien hoy, último jueves de Enero charlamos animadamente en un restaurante de Madrid, compartiendo mesa y mantel con una paella de mariscos y buen vino de Rioja, bueno, jeje, el vino es para mí, porque lógicooo, “alguien” tiene que pilotar el avión de regreso a Lima. La charla del café ha girado como siempre, alrededor del presente, de los amigos del colegio, y de los buenos recuerdos. Estos gratos almuerzos entre amigos, en los que sabe alternar tambien Lucho, otro buen amigo y compañero, se ha vuelto ya tradición desde que nos reencontramos hace años, cada vez que su avión toca tierra por estos lares.
………………..
Luego de despedirnos y ya camino de regreso al trabajo voy recordando algunas de esas anécdotas vividas en los años escolares, que llenarían divertidas y alegres páginas de un Diario, de esos Diarios que much@s seguro tuvimos alguna vez, jeje, yo he encontrado el mío en el fondo del viejo Baúl de los Recuerdos ...
Ésta anécdota en particular la recordó Michel en el almuerzo … Con ocho añitos, tal vez nueve llegábamos al colegio todos por la mañana con impecables uniformes, pantalón gris, camisa azul, corbata y chaqueta azul marino, con nuestros maletines llenos de libros y esas coloridas loncheras de entonces, en cuyo interior nuestras madres habían preparado para el refrigerio un vaso con rico jugo de naranja o papaya, junto con un buen bocadillo de jamón, queso o mortadela, y alguna fruta de estación.
Escuchar el sonido de la campana para el primer recreo y salir de clase al patio en desordenada y ruidosa estampida eran acciones perfectamente sincronizadas. Interminables partido de futbol veinte contra veinte daban emoción y vida a esos recreos, algunos de ellos con chapas a falta de una pelota. Luego, de regreso a clases, hasta el segundo recreo que era la hora del refrigerio.
Muerto de hambre te sientas en el patio, abres tu lonchera y … ¿Qué pasó???, ¿Dónde está mi bocadillo??? … ¿Y el mío??? …. ¿Quién se ha bebido mi jugooo?? … Andaaa, a mí también me faltaaa!!
Y así otro día, y otro … Jeje, el caso es que tres de nuestros compañeros, aprovechando el partido de chapas del primer recreo volvían sigilosamente a clase, para “elegir su refrigerio a la carta”. Y claro, habían tocado la parte más sensible de cualquier niño, su estómago, a esas horas en que suena cómo la tripa grande se come a la pequeña!!
Al día siguiente, al sonar la campana nadie se levantó de su pupitre, jeje, un escalofriante y tenso silencio flotaba en el ambiente, mirándonos desconfiados uno al otro, protegiendo nuestro valioso tesoro … así durante unos interminables minutos, hasta que uno de los mayores de la clase se levanta, y sacando su bocadillo de la lonchera lo enseña a todos, lo abre lentamente, (jeje, deja volar tu imaginación),“lo firma” y lo guarda de nuevo diciendo: “Si alguien quiere el mío, ya sabeee …”
Nos miramos todos de nuevo y nos fuimos levantando, “firmando” cada uno el suyo y luego al patio ... Santo Remediooo!!, no volvió a desaparecer más ni un bocadillo ni un jugo, está claro que “La experiencia es un grado, A grandes problemas grandes solucionesss”.
Luego de despedirnos y ya camino de regreso al trabajo voy recordando algunas de esas anécdotas vividas en los años escolares, que llenarían divertidas y alegres páginas de un Diario, de esos Diarios que much@s seguro tuvimos alguna vez, jeje, yo he encontrado el mío en el fondo del viejo Baúl de los Recuerdos ...
Ésta anécdota en particular la recordó Michel en el almuerzo … Con ocho añitos, tal vez nueve llegábamos al colegio todos por la mañana con impecables uniformes, pantalón gris, camisa azul, corbata y chaqueta azul marino, con nuestros maletines llenos de libros y esas coloridas loncheras de entonces, en cuyo interior nuestras madres habían preparado para el refrigerio un vaso con rico jugo de naranja o papaya, junto con un buen bocadillo de jamón, queso o mortadela, y alguna fruta de estación.
Escuchar el sonido de la campana para el primer recreo y salir de clase al patio en desordenada y ruidosa estampida eran acciones perfectamente sincronizadas. Interminables partido de futbol veinte contra veinte daban emoción y vida a esos recreos, algunos de ellos con chapas a falta de una pelota. Luego, de regreso a clases, hasta el segundo recreo que era la hora del refrigerio.
Muerto de hambre te sientas en el patio, abres tu lonchera y … ¿Qué pasó???, ¿Dónde está mi bocadillo??? … ¿Y el mío??? …. ¿Quién se ha bebido mi jugooo?? … Andaaa, a mí también me faltaaa!!
Y así otro día, y otro … Jeje, el caso es que tres de nuestros compañeros, aprovechando el partido de chapas del primer recreo volvían sigilosamente a clase, para “elegir su refrigerio a la carta”. Y claro, habían tocado la parte más sensible de cualquier niño, su estómago, a esas horas en que suena cómo la tripa grande se come a la pequeña!!
Al día siguiente, al sonar la campana nadie se levantó de su pupitre, jeje, un escalofriante y tenso silencio flotaba en el ambiente, mirándonos desconfiados uno al otro, protegiendo nuestro valioso tesoro … así durante unos interminables minutos, hasta que uno de los mayores de la clase se levanta, y sacando su bocadillo de la lonchera lo enseña a todos, lo abre lentamente, (jeje, deja volar tu imaginación),“lo firma” y lo guarda de nuevo diciendo: “Si alguien quiere el mío, ya sabeee …”
Nos miramos todos de nuevo y nos fuimos levantando, “firmando” cada uno el suyo y luego al patio ... Santo Remediooo!!, no volvió a desaparecer más ni un bocadillo ni un jugo, está claro que “La experiencia es un grado, A grandes problemas grandes solucionesss”.
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Mi buen@ amig@, Si me pides nombres te aseguro que no te los daré, no lo conseguirás ni con las peores torturas, más que nada por no arruinar la brillante carrera de un ilustre abogado, ni el reconocido prestigio profesional, jeje, de algunos de “sus cómplices”, además de ser todos grandes y buenos amigos nuestros.
Apostillo que esta anécdota no lleva ningún “Mensaje incorporado”, simplemente cuenta las inocentes reacciones infantiles que teníamos tod@s a esa tierna edad, cierto?? … Espero con interés nos cuentes alguna de las tuyasss.
Mi buen@ amig@, Si me pides nombres te aseguro que no te los daré, no lo conseguirás ni con las peores torturas, más que nada por no arruinar la brillante carrera de un ilustre abogado, ni el reconocido prestigio profesional, jeje, de algunos de “sus cómplices”, además de ser todos grandes y buenos amigos nuestros.
Apostillo que esta anécdota no lleva ningún “Mensaje incorporado”, simplemente cuenta las inocentes reacciones infantiles que teníamos tod@s a esa tierna edad, cierto?? … Espero con interés nos cuentes alguna de las tuyasss.
Bueno, te dejo, que ya falta menos para que “suene la campana” de salir del trabajo, y me está entrando un hambreee que pa’qué, … pero Nooo, no te preocupessss, jeje, ya me preparo yo solito mi bocadillooo!!
Un afectuoso abrazo, que tengas un Buen Recreo.
CARLOS LOZANO.
Foto: Pequeños Grandes amigos en Segundo de Primaria.
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Un afectuoso abrazo, que tengas un Buen Recreo.
CARLOS LOZANO.
Foto: Pequeños Grandes amigos en Segundo de Primaria.
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Si que es lindo recordar!!!
ResponderEliminarQuien te quita lo vivido, lo gozado y los buenos amigos logrados.
Recordar...fortalece el espiritud.
Y hablando de recuerdos me viene a la mente las veces que a la hora de recreo subia a la azotea de la casa para verte jugar....que tiempo mas lindo. Saludos mami Toyita
Buen Recuerdo Carlos. Un abrazo desde Lima Perú
ResponderEliminarseguramente entre uds. compartian la lonchera. Nosotros no podiamos tener ese ejercicio, porque simplemente comiamos en casa y regresabamos al cole
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLAS ANECDOTAS DEL COLE, SON IMBORRABLES, Y MUCHO MAS, SI LOS COMPANIEROS DE AULA SEGUIMOS TODA LA ETAPA ESCOLAR, Y SI NOS SEGUIMOS FRECUENTANDO, DESPUES DEL COLE, SON RECONFORTANTES YA MADUROS. GRACIAS Y SALUDOS, CARLOS LOZANO.
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