viernes, 23 de marzo de 2012

Recuerdos Infantiles en una ya Lejana Navidad ...

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Corrían los años sesenta, y aunque nuestros recuerdos están plasmados en fotografías en blanco y negro ya envejecidas por el tiempo, realmente la vida era un conjunto de alegrías matizadas por variados colores y amor de familia. Teníamos muy pocos años, tan poquitos que para llegar a abrir las puertas nos teníamos que poner de puntillas, pero lo esencial de esta historia quedó grabada en mi memoria, y he pensado en ponerla sobre papel, jeje, por si algún día intenta “escaparse de mis recuerdos”, agregando algunos detalles dictados por el corazón ...




Nuestros abuelitos tenían una acogedora casita en Chorrillos, antiguo pueblecito costero de las afueras de Lima, que con los años fue absorbido por el crecimiento de la gran urbe. Los pocos nietos que para esos años habíamos llegado ya a la familia pasábamos juntos muchas tardes de sábado con los abuelitos. Disfrutábamos corriendo por los larguísimos pasillos, jugando al escondite por las habitaciones o en un interminable partido de fútbol en el parque de al lado de casa. Muchas tardes nos llevaban con nuestras bicicletas a pasear por el Malecón, desde donde se contemplaba la playa, el camino a La Herradura, el Morro Solar, el Regatas, y por la otra punta se divisaba Barranco, jeje, si ese día no había neblina clarooo!!.
 
 


Cuál no sería nuestra sorpresa que al llegar uno de esos fríos y húmedos sábados de agosto nos reunieron e hicieron tapar los ojos con las manitas diciendo el abuelito Vidal que nos quería mostrar algo, que nos gustaría mucho, y que debíamos subir a la azotea de casa. La abuelita Yolanda iba delante, luego uno a uno de menor a mayor los nietos, cerrando filas el abuelito marcando el paso “Uno, dos, uno, dos …”

Al llegar arriba, a la voz de “Listosss, Yaaa” abrimos los ojos … Asuuu, no nos lo podíamos creerrr, Un hermoso pavo estaba allí, comiendo tranquilamente en medio de la azotea!!!. Corrimos hacia él, bonito, grande, con sus barbas rojas moviéndose de un lado a otro. Sólo los habíamos visto alguna vez en el Zoo, en algún libro o en los dibujos animados de la tele.

A partir de ese día la azotea era el punto de reunión de los sábados, ni los pasillos, ni el escondite ni el balón … llegábamos y tras los besos a los abuelitos corríamos para ser el primero en llegar arriba. Sólo teníamos ojos para nuestro pavo “Rodolfo”, nombre elegido entre todos los nietos luego de largas deliberaciones y una reñida votación. Con el tiempo Rodolfo ya no nos rehuía, compartíamos las horas jugando con él. Crecía tanto que incluso ya era más alto que algunos de nosotrosss!!

Y así llegó Diciembre, adornado con sus luces navideñas, sus arbolitos adornados y sus Nacimientos … Aquel sábado como siempre ni bien llegar corrimos arriba para ver a Rodolfo. Al abrir la puerta nos quedamos paralizados !!! ... Allí estaba nuestro Rodolfo, tambaleándose de un lado a otro. En dos interminables segundos nuestro instinto infantil nos hizo imaginar lo peor. Llorábamos todos desconsolados, abrazaditos unos con otros ...
 
La escena conmovió a nuestros tíos, que en ese momento estaban en cuclillas con algo que no recuerdo en las manos al lado de Rodolfo. Los vimos comentar en voz muy bajita, para, tras un breve silencio, calmarnos diciéndonos “Parece que Rodolfo se ha mareado por algo que ha comido, y lo estamos curando”.
 
 
Nota de aquel Niño que alguna vez fuimos:

En la Lima de aquellos años en la mesa familiar de la Cena de Nochebuena estaban siempre presentes nuestro delicioso Panetón, el chocolate a la taza calentito, y era tradición que la mesa estuviera engalanada … CON UN RICO PAVO AL HORNO acompañado de su delicioso puré de manzana.

Muchos años después nos enteramos de que para pasar “a mejor vida” se tenía que emborrachar al pavo con pisco, para luego darle el golpe de gracia.



Esa Nochebuena la mesa en casa de los abuelitos era inmensa, estábamos todos, tías, tíos, nietos … En la cabecera cercana al Arbolito navideño iluminado presidían la mesa los abuelitos, … en la otra cabecera, cerca del Nacimiento, en una banqueta alta, por petición especial que habíamos hecho juntos todos los nietos … ESTABA RODOLFO!!! que nos miraba curioso mientras movía sus barbas rojas de un lado a otro ... Ahhh, Me olvidaba contar que la cena de esa Navidad fue un delicioso asado de aquellos que preparaba la abuelita para los cumpleaños y otras ocasiones, jeje, acompañado de un rico puré de manzana.

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Si me das la alegría de seguir aún por esta parte del camino permíteme contarte una anécdota acerca de nuestras Cartas de regalos dirigida a Papá Noel aquel año!!! …

Los nietos que aún no sabían escribir habían dictado nerviosos su Carta a los más mayorcitos, jeje, que con la “valiosa experiencia” ya acumulada de otras Navidades nos permitíamos incluso dar nuestra sabia opinión sobre “tan importante misiva” … Aquellas cartas secretas luego las echamos al correo ayudados por los papás ... Esa Navidad todas las Cartas habían incluido un pedido especial: UNA PAREJITAA PARA RODOLFO!!!

Recibe un afectuoso abrazo.
CARLOS LOZANO.
 
Foto: Este humilde amigo de los pavos, junto con mi hermano, primo y tío ... y clarooo, nuestro querido Rodolfo en Primer Plano!!



 

5 comentarios:

  1. Fue memorable cuando estando reunidos toda mi familia en nuestra casa a pasar el día, Carlos la noche anterior nos había contado a los chicos y a mi la historia del pavo y no se lo ocurrió otra que en plena comida contar la historia nuevamente, casi nos morimos todos de la risa con Carlos contando la historia y mi cuñado Juan Carlos y mi hermano haciendo comentarios sobre el pavo, para esos los cinco chicos estaban atónitos mirando a Carlos y queriendo saber más de la historia, fue un domingo entrañable que creo siempre recordaremos todos en especial los chicos con alegría.
    Un beso

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  2. Nosotros teníamos en nuestra enorme casa de Marruecos, animales y entre ellos una pava que todos los años decían mis padres y hermanos mayores que iba a ser para la cena de Nochebuena, pero la sinvergüenza yo creo que nos entendía pues siempre en esos días ponía un huevo, con lo que se iba escapando año a año, siendo un miembro más de la familia y muriendo de vieja. La verdad es que era la reina del gallinero y el juguete de mi hermana pequeña y yo. MUY FELICES DÍAS CON TODO MI CARIÑO Y LOS MEJORES DESEOS PARA ESA MARAVILLOSA FAMILIA. FELICITACIÓN QUE HAGO EXTENSIVA A TODOS TUS SEGUIDORES QUE SEGURO SON TAN ENTRAÑABLES COMO TU. UN BESO. M.Carmen

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  3. Muy interesante Carlos, gracias por compartir la historia. Había tanta "ceremonia" antiguamente para la preparación de la "Cena navideña" que muchos como tú y tu Familia han de tener muchos relatos interesantes en sus corazones.
    Abrazos y Felices Fiestas al lado de tu Sra. Madre y tu hermosa Familia como comentaste en relato anterior. Abrácense y estén siempre unidos.
    Con aprecio,

    Ricardo Iriarte.*

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  4. Muy entretenido tu relato , recuerdo que alguna vez paso algo similar pero no con Rodolfo sino con Patuercas (que era un pato) y lamentablemente llegamos tarde como para poder salvarlo de su tiste final, pero recuerdo que nos dimos un gran susto cuando salio de la cocina de mi abuela corriendo .... sin cabeza!!
    Miltao

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  5. Tus abuelos fueron sabios, entendieron que Rodolfo era parte de la familia, la forma como lo cuentas es muy entretenida, te felicito por tu facilidad para redactar. Tu historia me trajo el recuerdo que cuando mis hijos estaban pequeños nos regalaron una pareja de patos.... los que tuvieron muchos patitos. Ya eran muchos, asi que no me acuerdo quien.... no fui yo, decidieron hacer un arroz con pato.....cuando se sirvio la mesa con el arroz con pato, todos llorabamos.... parecia un velorio. Ahora me parece anecdotico.

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